Existe una trampa al hablar de «Barcelona, tercera patria del tango», después de Buenos Aires y París, según la definición escrita por el célebre letrista Enrique Cadícamo.
Consiste en creer que se trata de una historia antigua, cuando en realidad es de lo más actual.
Las repetidas estancias de Carlos Gardel en Barcelona o los simultáneos triunfos del trío de Irusta, Fugazot y Demare no deben ocultar la reproducción del fenómeno entre las generaciones actuales.
Hoy Barcelona sigue siendo una de las ciudades europeas que registra mayor práctica del tango (bailado, musical, discográfico), con un grado acusado de relevo generacional. Sin ello no se entendería este libro.
Los dos centenares de personajes documentados lo atestiguan.
En Cataluña han echado raíces de forma temporal o definitiva los tangueros argentinos y uruguayos repertoriados a lo largo del diccionario, al mismo tiempo que compositores e intérpretes catalanes han incursionado en este campo.
El papel de la capital catalana en la historia y actualidad del tango suele ser desconocido en Argentina, como si los gallegos (más concretamente los talancas, en este caso) pretendieran apoderarse también de esta otra empresa nacional.
Poca cosa puede hacer el autor ante tales susceptibilidades más que brindar información y una larguísima fraternidad de tanguero, tanguista, tangófilo o tangólogo.
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